En la comunicación, la publicidad, una forma de comunicación dirigida a persuadir al consumidor de los beneficios de determinados productos y servicios, es actualmente un instrumento importante de la «Ventana de Overton», el proceso de ingeniería social dirigido a cambiar la mentalidad colectiva de modo inadvertido, y a imponer en poco tiempo la aceptación de lo que hasta entonces era totalmente inaceptable.
En la publicidad se ha introducido también la neolengua orwelliana, que impulsan las instituciones como parte de la ingeniería social, que está compuesta de términos que, aun siendo en sí mismos insignificantes, contagian implícita y subrepticiamente las ideologías que el « Sistema » quiere transmitir e imponer. Hay que recordar que el Parlamento Europeo publicó en 2021, una Guía del lenguaje políticamente correcto, para el personal y los diputados, sobre la terminología en relación a la agenda de género, la corrección política y la inclusión.
La neolengua, newspeak, es la lengua que aparece en la novela distópica 1984 (sobre una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana) de George Orwell, en la que se transforma el léxico para expresar la ideología, denominada Ingsoc (acrónimo de socialismo inglés) del partido gobernante y que es utilizado con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua no debe ser pensado. El Ingsoc es el partido político que rige los destinos del Estado totalitario de la novela y su propia ideología. La neolengua, que sustituye a la vieja lengua, es uno de los pilares básicos del régimen totalitario del partido gobernante y de su ideología. El Ingsoc, con su poder, elimina toda prueba de la realidad utilizando el Ministerio de la Verdad, encargado de escribir, borrar y reescribir continuamente la historia según las cambiantes necesidades del Partido y del proceso de adoctrinamiento, por el cual se espera que el sujeto acepte como verdadero lo que es falso, o que acepte dos ideas contradictorias como correctas, a menudo en contra de sus propios recuerdos o del sentido de la realidad.
Idealmente, la publicidad informa al consumidor de los beneficios de determinado producto o servicio, resaltando la diferencia sobre otras marcas; busca al mismo tiempo atraer por medios psicológicos al sujeto hacia el producto anunciado, de modo que crezca la probabilidad de que el consumidor adquiera dicho objeto o servicio gracias a su promoción. Pero actualmente la publicidad juega un mayor papel como forma de comunicación al actuar como transmisora del virus de la «corrección política».
El virus de la « corrección política » nos envenena y la publicidad es agente transmisor
Y ¿cómo afrontamos la publicidad? En particular, ¿desde nuestros propios hogares en la televisión? Aunque veamos poca televisión, la publicidad está ahí y quizás distraídamente o mientras hacemos zapping se introduce en nuestra mente; juega con ventaja contra nosotros pues es repetitiva e insistente, en general está hecha por profesionales de la comunicación y la manipulación, e intenta ser agradable y seductora, utiliza mensajes básicos y apela a sentimientos y creencias comunes.
La publicidad es hoy un potente transmisor de los dogmas de las ideologías neomarxistas dominantes que han logrado la hegemonía cultural: ecología, feminismo, género, homosexualismo, hostilidad a la familia natural, multiculturalismo, ……. Y lo hace, no sólo con mensajes ideológicos alineados con estas ideas, sino siendo también en muchos casos promotora activa de su supuesta «normalidad» y «valor».
Se considera que la publicidad es uno de los sectores profesionales más contaminados por el denominado marxismo cultural (lo “progresista”), pues en él hay que ser progresista por conformismo o por convicción para poder trabajar. Pero también es cierto que en ocasiones son las grandes empresas las que exigen “publicidad progresista”, condicionadas por los lobbies interesados, como los de la llamada diversidad, que imponen esta publicidad, y resulta más fácil nadar a favor de la corriente.
Sobre la eficacia de estos mensajes, ocultos o abiertos, Antonio de Felip, autor en Ricognioni, señala que para llegar a su presa – nuestras convicciones profundas –, puede decirse lo mismo que respecto a la ficción y el cine, el entretenimiento en general: nuestros umbrales críticos, la capacidad de cribar ideológicamente lo que vemos, los filtros cognitivos de los mensajes son menos activos en comparación con un debate, una emisión política o un informativo. Somos más vulnerables, y los ‘Señores de la Mentira’ lo saben, de modo que el entretenimiento se utiliza para lograr cambios en el sentimiento común, por ejemplo, en la aceptación moral y social de la homosexualidad, del ecologismo y la ideología del cambio climático, del multiculturalismo, etc.; y se hace a través de la ficción y la publicidad.
Hoy en día, el “ambientalismo” es la ideología predominante en todas sus formas en los mensajes publicitarios. El filósofo e historiador Marcello Veneziani observa en su último libro La Cappa (2022), (La Capucha): « Hay un derroche del «bio» y el «kilómetro cero», una orgía de veganismo, animalismo, granjas, sabores de la huerta y alimentos genuinos. […] No hay multinacional, cadena de hipermercados, empresa de alimentación, banca o seguros que no haga publicidad alardeando de su producto no por sus cualidades específicas sino porque es eco sostenible, porque respeta los protocolos de la retórica ambientalista, participa en campañas contra el plástico, la recogida voluntaria de residuos, el reciclaje y el catecismo hidrogeológico y atmosférico en versión global. […] El futuro sostenible lo venden en un solo paquete los emisarios del poder ideológico y comercial ».
El papel y el negocio de las multinacionales
El “ambientalismo” no es, no obstante, la única ideología que impone la dictadura de la « corrección política » transmitida por la publicidad con términos como “sostenible”, que se aplica a todo tipo de productos, “responsable” o “ecológico”. También está en particular lo relativo al “mundo LGBTI”, que tiene como objetivo «reeducar” inculcando la aceptación social de las parejas homosexuales, así como el término «inclusivo» en un sentido adoctrinador.
En esta dirección, muchas multinacionales juegan un papel muy activo, se comprometen cada vez más, internamente y en el contexto social, a apoyar, a menudo de forma extrema, causas progresistas : el aborto, el feminismo, el homosexualismo, la sociedad multirracial, la deconstrucción ideológica de la imagen y la cultura del vilipendiado “hombre blanco heterosexual”. Amazon ha decidido pagar como beneficio empresarial el aborto y los gastos de viaje relacionados de sus empleadas, considerando que cada vez más estados de EE.UU. introducen limitaciones tras la sentencia del Tribunal Supremo de 24 de junio de 2022 que retiraba el valor constitucional al denominado «derecho al aborto» y remitía la regulación a los Estados de la Unión, que en una mayoría ya disponen o están en camino de aplicar leyes que lo prohíben o restringen. También financian abortos Starbucks, Levi Strauss, Apple, Google, Meta (Facebook e Instagram), Citigroup, Microsoft, Netflix, Condé Nast, Sony, Warner Bros y muchas otras empresas. Y no es sólo el aborto, Walt Disney Company, está involucrada en el activismo homosexual, con su promoción y la abolición del género en sus parques, habiéndose sumado además a la campaña contra el Estado de Florida que prohibió la introducción de los temas de género en jardines de infancia y las escuelas primarias. Y aún hay más, Lockheed Martin envía a sus ejecutivos a cursos para deconstruir su «cultura de hombre blanco» y Coca Cola insta también a sus empleados a ser “menos blancos” (Antonio de Felip, Ricogninizioni 20-07-2022).
La « corrección política », dictadura ideológica de nuestro tiempo. ¿Hay defensa?
El papa Benedicto XVI, habló de la amenaza de la dictadura de las ideologías que se nos imponen: «La dictadura universal de ideologías en apariencia humanistas a las que sólo cabe contradecir al precio de quedar uno excluido del consenso social básico. Hace un siglo todo el mundo hubiera considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy quien se opone a él es socialmente excomulgado, otro tanto ocurre con el aborto y la producción de seres humanos en laboratorios. La sociedad moderna está formulando un credo anticristiano, y la resistencia se castiga con la excomunión social». (Benedicto XVI. Una vida, Peter Seewald, 2020. Pág. 1075, edición en español).
La dictadura ideológica que padecemos, la de la « corrección política », se dice que es un «totalitarismo blando” en relación a la dictadura soviética. Está basada en la manipulación psicológica más que en la violencia abierta, pero es igualmente opresiva, persigue la verdad, coarta las libertades y empuja sin tregua a los disidentes a los márgenes de la sociedad.
Sin embargo, ¿Hay defensa? Evidentemente sí, cabe combatir la dictadura y también hay una misión. Lo primero es no caer en la desesperanza ante la persecución de la verdad y la opresión de las libertades. Y a la vista de la miseria global nos remitimos al derecho natural, como fuente de donde brotan juntamente con los derechos fundamentales también imperativos éticos que hay que cumplir.
Además, como señala el profesor G. Civello, si en la « corrección política » se rompe ideológicamente el vínculo entre la realidad concreta del mundo, los pensamientos del hombre y las representaciones lingüísticas y luego gráficas del mismo, el primer remedio contra esta deriva sería la recuperación del vínculo racional íntimo que articula la palabra con el pensamiento y el pensamiento con la realidad (Revista L-JUS 1-2021).
La respuesta y el combate contra la dictadura ideológica lo sitúa Rod Dreher, autor de La opción benedictina y Vivir sin mentiras, en tres ámbitos fundamentales: la religión y la esperanza que esta da en el centro de la resistencia efectiva; mantener la memoria cultural histórica; y la defensa de la familia como la célula de oposición más importante. Cabe siempre interpretar la realidad íntegramente y protegernos de las mentiras del régimen. Aleksandr Solzhenitsyn, en vísperas de su destierro en 1974, en su mensaje de despedida al pueblo ruso titulado «Vivir sin mentiras», proclamó que la mejor respuesta al totalitarismo soviético era el afecto y la fidelidad a la verdad, y advertía y recomendaba: «Nuestro modo de vida debe ser el siguiente: nunca apoyar conscientemente la mentira».
Se trata de no comprometer nunca la verdad, pues transigir aunque sea un poco puede destruir, es preciso defender siempre la verdad y confiar en su poder, la verdad es invencible.