El Parlamento Europeo publicó en 2021, una guía del lenguaje políticamente correcto, “Glosario del lenguaje «sensible» para la comunicación interna y externa”, destinado al personal y los diputados. Ese documento – que fue elaborado por la ‘Unidad de Igualdad, Inclusión y Diversidad’ de la Dirección General de Personal y por la Dirección General de Traducción –, recoge la terminología para referirse “correctamente” a personas discapacitada, «personas LGBTI+», a las “etnias y migraciones”, y a la religión. En suma, creaba una «neolengua» para la agenda del género, la corrección política y la inclusión.
Pues bien, la UE ha dado un paso más en esta dirección con el manual lingüístico de la Comisión Europea para autores y traductores, publicado en febrero de 2025. Este documento indica los términos «políticamente correctos» que deben utilizarse para cumplir con los dogmas de la “inclusión”, y prohíbe expresiones que describen la realidad, estableciendo así límites muy precisos a la libertad de expresión.
El manual lingüístico se ha hecho en inglés, aplicable a las traducciones, y se denomina Guía de estilo inglés. Manual para autores y traductores de la Comisión Europea. Esta guía lingüística de ciento treinta páginas indica con gran detalle los términos y expresiones que el personal de la Comisión debe utilizar en los documentos oficiales. Contiene proposiciones y sugerencias gramaticales y sintácticas, y prohibiciones,
Según el académico italiano Tommaso Scandroglio, que la ha analizado, Desde la UE, una guía para una autocensura lingüísticamente correcta, “es bien sabido que con las ideologías que defiende la UE se pretende crear un hombre nuevo, que no es ni hombre ni mujer, y un mundo nuevo, poblado sólo por helechos, pandas y …. glaciares. Un mundo nuevo necesita palabras nuevas, y para borrar el mundo viejo es muy útil borrar las palabras que pueden evocarlo. Neologismos versus paleologismos”.
El punto más reseñable del documento es el núm. 15 de la Parte I: «Lenguaje inclusivo». Entre las indicaciones pedagógicas sobre lo que hay que evitar por resultar discriminatorio vemos por ejemplo, el término “chairman” (presidente), porque incluye “man” (hombre) y no incluye a quien es mujer (woman). Pero la paradoja es que el término “woman” resulta entonces también discriminatorio ya que contiene el rechazable sustantivo “hombre”, pues no se puede decir “mujer” sin decir “hombre”. El problema del sustantivo “man” es amplio pues en el idioma inglés es un sufijo de numerosas palabras, y por ello éstas deben ser evitadas y sustituidas, así “bombero” (fireman) será ahora “firefighter” (persona que combate el fuego), o “pescador” (fisherman), debe ser “person fishing” (persona que pesca), y así indefinidamente.
Y una vez abolido el “hombre”, ¿qué pasa con los pronombres? Se ha buscado la forma de evitar los que tienen en cuenta el sexo de la persona, usando el imperativo, suprimiéndolo o usando el plural, por ejemplo, en unas instrucciones sobre el uso de ordenadores debe decirse: “Primero, enciende el PC”, en lugar de “Primero, el usuario enciende su PC”, pues ahí está el problema ya que en inglés existe masculino y femenino, de él y de ella (his y her); también la frase sexista “Los investigadores deben ser objetivos en su hallazgo”, debe pasar a decir: “El investigador debe ser objetivo en los hallazgos”, no se sabe de quien. Y para la persona no binaria, la que es hombre y mujer a la vez (quien une al sexo biológico el género elegido), existe el pronombre “ellos”, que no tiene el mismo significado según la ‘Guía Arcoíris’ también de la UE, del “ellos” usado para quien no sabe a qué sexo pertenece o sabe que no pertenece a ningún sexo.
Obviamente «marido» y «esposa» se sustituyen por «cónyuges» y «parejas», ya que así se incluye a los homosexuales, pero se trata de un término prohibido y sustituido por «comunidad LGBTQI+». Respecto a las personas transgénero, es irrespetuoso tratarlas con el sexo con el que nacieron en lugar del género elegido y no debe usarse. También es irrespetuoso y “se debe evitar el lenguaje que sugiera que un anciano es anciano”, pero si lo es ¿cómo se le trata?. Con respecto a las categorías de personas «socialmente frágiles», algún ejemplo “inclusivo”: “persona con una condición de salud mental”, en lugar de “persona que sufre un trastorno mental”; o “usuario de silla de ruedas”, en lugar de “persona confinada a una silla de ruedas”. Prohibida la expresión «nombre de pila», que en inglés dice claramente su origen religioso, «nombre cristiano», es rechazable y debe sustituirse por “primer nombre” o «nombre».
De este modo desaparece del lenguaje el sexo, la edad, las discapacidades y la religión. Se pretende imponer un lenguaje «políticamente correcto» a un mundo artificial, que no responde a la realidad.
En definitiva, la UE quiere que su personal, y más allá todos los ciudadanos, hablen según las ideologías que la propia Unión está imponiendo. Las palabras sirven para describir la realidad, pero también para ocultarla e inventarla, y cuando este es el caso el lenguaje se convierte en un instrumento totalitario de ingeniería social.
Neolengua e ingeniería social
La neolengua, newspeak, es la lengua que aparece como instrumento totalitario en la famosa novela distópica 1984 (una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana) de George Orwell, en la que se transforma el léxico para expresar la ideología dominante, denominada INGSOC (acrónimo de socialismo inglés)del partido gobernante y que es utilizado con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua no debe ser pensado. El INGSOC es el partido político que rige los destinos del Estado totalitario de la novela y su propia ideología.
Al final de la obra en el apéndice Los principios de la neolengua se explican sus elementos centrales. La neolengua, que sustituye a la vieja lengua es uno de los pilares básicos de ese régimen totalitario. Su objetivo es dominar el pensamiento de la población y reprimir opiniones contrarias a los principios establecidos, que son calificadas de «delitos del pensamiento”. Por ejemplo, la palabra mal se sustituye por “no bueno” y para evitar que se piense en la libertad, se cambia su significado, de modo que el propio concepto de libertad política o intelectual deje de existir en las mentes de los ciudadanos. El INGSOC, con su poder, elimina toda prueba de la realidad utilizando el Ministerio de la Verdad, encargado de escribir, borrar y reescribir la historia continuamente según las cambiantes necesidades del Partido, y así mismo, dirige el proceso de adoctrinamiento, por el cual se espera que el sujeto acepte como verdadero lo falso, o que acepte ideas contradictorias como correctas, en contra de sus propios recuerdos o sentido de la realidad.
Pues bien, el mundo de la «corrección política» de la UE, que engloba las ideologías neomarxistas actuales (abortismo, género, clima …..) dirigidas a cambiar los fundamentos morales y culturales de la sociedad occidental, es un mundo que se acerca cada vez más a la distopía de la obra ‘1984’.
Coincidiendo con 1984, el escritor Roberto Pecchioli que analizó el glosario del Parlamento Europeo de 2021, en su artículo Neolengua e ingeniería social, señalaba que “neolengua e ingeniería social son dos caras de la misma moneda”, ya que quienes cambian palabras quieren cambiar los significados y las percepciones: es el campo de la ideología y de la ingeniería social. El vocabulario de la UE es una destilación de la ideología de la «corrección política» y supone una auténtica dictadura en nombre de la igualdad, que afecta a la identidad y la elección y que impide la disensión.
Sin embargo, hoy el mundo nuevo de las élites europeas ya es viejo, pues en Occidente sí ha surgido un mundo nuevo, que proviene del que fue denominado precisamente Nuevo Mundo, y vemos con esperanza como en él se recobra el respeto a la antropología y a la vida del ser humano, el sentido común y la realidad. Este es nuestro reto en Europa.