Francia, el aborto y el marxismo cultural

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Constitución de Francia

El 4 de marzo de 2024, el Parlamento francés de 925 miembros, reunido en Congreso de las dos cámaras, Asamblea Nacional y Senado, aprobó por 780 votos a favor, 72 en contra y 50 abstenciones, una reforma de la Constitución que incorpora en la Carta Magna el aborto como un derecho de la mujer, primer caso en el mundo en que se incluye en lo más alto del ordenamiento jurídico.

En el artículo 34 de la Constitución se añade la siguiente frase: « La ley determina las condiciones en que se ejerce la libertad garantizada a la mujer de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo ».

El aborto, regulado por la ley Veil de 1975, se convertía en una libertad garantizada constitucionalmente, como el derecho al trabajo o a la educación. Se trata de una paradoja en la Constitución francesa, por una parte se protege el derecho a la vida y al mismo tiempo su opuesto, el derecho a eliminar una vida, y como ha señalado el profesor E. Capozzi, autor de L’autodistruzione dell’Occidente. Dall’umanesimo cristiano alla dittatura del relativismo, es “un síntoma más de la agonía de la razón en nuestro tiempo”.

Esta cuestión se desencadenó en Francia tras la sentencia de la Corte Suprema de EE.UU. de 24 de junio de 2022 que anuló el fallo en el caso Roe vs Wade – que liberalizó el aborto en 1973 –, declarando que el aborto no era un derecho federal. En respuesta la izquierda francesa se movilizó con la intención de “blindar” el aborto en la Constitución e impedir que una ley parlamentaria lo anulase.

De la decisión en EE.UU. y la tendencia a proteger la vida del nasciturus en sus Estados surgió de inmediato una movilización del abortismo temiendo perder lo logrado tras luchas encarnizadas en las que minorías decididas lograron imponerse y proclamar la «irreversibilidad del proceso histórico». Pero como demuestra la historia esa irreversibilidad no existe, se usa como ardid para desanimar a quienes deberían oponerse a ella. El propio Parlamento europeo ha pedido que se incluya el derecho al aborto en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

En 2022, el Senado con mayoría del centro derecha rechazó el 18 de octubre una proposición de ley para «garantizar constitucionalmente el derecho al aborto y a la anticoncepción», por 172 votos en contra y 139 votos a favor. Pero la misma proposición presentada en la Asamblea Nacional el 7 de octubre fue aprobada en la cámara baja el 24 de noviembre poramplia mayoría, 337 votos a favor, 32 en contra y 18 abstenciones. Recibida en el Senado la aprobó enmendada (sesión del 1-02-2023) y la remitió a la Asamblea para 2ª lectura. La enmienda del Senado algo modificada fue convertida en proyecto de Ley, y firmado por el presidente de la República Emmanuel Macron se presentó en la Asamblea Nacional el 12 de diciembre de 2023, iniciándose el trámite legislativo que finalizó con la aprobación por el Parlamento en Congreso el día 4 de marzo de 2024. La Ley se promulgó el 8 de marzo y el texto ya está incorporado en la Constitución.

Hay que destacar el hecho de que el centro derecha en el Senado, que en 2022 rechazó con su mayoría la constitucionalización del derecho al aborto, y que sigue manteniendo el dominio en la cámara alta tras las elecciones parciales del 24 de septiembre de 2023 (renovó 170 escaños de 348), lo haya apoyado después. Los Grupos en el Senado que se inscriben en el centro derecha son: Les Républicains (132 miembros) y Union Centriste (56), que suman 188 senadores, el 54%. El partido de Marine Le Pen, Rassemblent National, no tiene representación en la cámara alta pero votó afirmativamente en la Asamblea. En suma, la derecha ha girado hacia posiciones de la izquierda en esta cuestión trascendental para los derechos humanos y la democracia.

Asamblea Nacional, 30 de enero de 2024

El 30 de enero de 2024, la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento francés, compuesta por 577 diputados, aprobaba el ‘Proyecto de ley constitucional sobre la libertad de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo’. El objeto del proyecto de ley: consagrar en la Constitución el aborto como derecho de la mujer. Para que el texto acordado fuera definitivo debía ser aprobado en términos idénticos por el Senado, y superado este trámite, de conformidad con el artículo 89 de la Constitución, se requería su aprobación por referéndum o por la reunión del Parlamento en Congreso, es decir en sesión conjunta de las dos Cámaras. La Asamblea tiene 577 diputados y el Senado 348 miembros, total 925 parlamentarios.

La reforma de la Constitución fue aprobada en la Asamblea por 493 votos a favor, 30 en contra y 23 abstenciones, una mayoría abrumadora del 85% de la cámara. Ningún grupo de los 11 existentes se opuso en bloque, los votos en contra lo fueron a título personal.

El Senado aprobó el proyecto de ley sin modificaciones en el texto por 267 votos a favor, 50 en contra y 22 abstenciones. Al igual que en la Asamblea ningún grupo parlamentario de los 9 existentes en esta cámara se opuso en bloque, hubo votos contrarios a título individual. El único senador que votó en contra por la posición de partido fue el senador Stéphane Ravier, en el ‘Grupo de No Inscritos’, del partido Reconquête !, sin representación en la cámara baja; este partido que fundó en 2021 y preside Éric Zemmour, se sitúa en el espacio político que el escritor y politólogo Agustín Laje califica como ‘Nueva Derecha’, de carácter identitario y que promueve la denominada ‘batalla cultural’ contra la hegemonía actual de la izquierda.

Votación en el Parlamento en Congreso: Asamblea Nacional y Senado

Y finalmente el 4 de marzo de 2024, el proyecto de ley se aprobó definitivamente con el texto inicial en Congreso nacional de las dos cámaras reunidas en el palacio de Versalles, antigua residencia real, en el espacio que tiene asignado desde la 3ª República, por 780 votos a favor, 72 en contra, 50 abstenciones, el 84% de los parlamentarios, una mayoría que trasciende las alineaciones políticas.   

Parlamento de Francia en Congreso, 4 de marzo de 2024

Tan relevante como el hecho de que se incorpore a la Carta Magna de Francia como libertad una decisión personal que implica el homicidio de un ser humano en el primer estadio de su vida, es también de suma gravedad que esta aberración jurídica y moral esté apoyada por todos los partidos políticos con grupo parlamentario. Sólo queda un partido por ahora minoritario que defienda el derecho a la vida de los niños por nacer en Francia, al igual que en España aunque en nuestro país es la tercera fuerza política.

Resulta muy significativo el voto afirmativo de los partidos conservadores y de centro derecha, Rassemblement National, de Marine Le Pen, y Les Républicains. Se constata como la derecha en términos amplios, también en España, se va sumando a las causas de la izquierda y dejando atrás los valores que le eran propios, sea envenenados por sus ideologías o por conveniencia política, sin que la izquierda impulsora de las mismas les otorgue legitimidad y deje de considerarlos enemigos, al ser el antagonismo ingrediente principal de la estrategia de la izquierda dirigida a lograr la hegemonía cultural, con la cultura convertida en materia política.

  • La adopción del aborto como derecho constitucional ahonda en la corrupción de la democracia producida con la liberalización del aborto incorporada en el ordenamiento jurídico, distanciada del derecho natural, de valores morales y del principio de justicia que debe sustentarla.
  • La constitucionalización del aborto constituye una negación declarada de los derechos humanos y contraviene el Convenio europeo de Derechos Humanos y la Carta de Derechos Fundamentales. Se vulnera el derecho a la vida del ser humano en el primer estadio de su existencia supeditado al derecho de la libertad individual, la autodeterminación de la mujer. Pero la jurisprudencia del Tribunal europeo de Derechos Humanos ha establecido en base al Convenio que el ejercicio de ese derecho en el aborto « debe ser ponderado con otros derechos y libertades concurrentes, incluidos los derechos del niño por nacer» (Sentencia A, B, C vs Ireland, 25579/05, 16/12/2010 § 213). Así mismo, el deber de proteger la vida del concebido a nivel comunitario halla su fundamento en el artículo 1 de la Carta de los Derechos Fundamentales, que obliga a respetar y proteger la dignidad humana, y en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la UE, que reconoce que la vida incipiente goza ya de esta dignidad (Sentencia C-34/10 Oliver Brüstle v Greenpeace eV, 18/10/2011).
  • Sin justicia no hay democracia. En el Estado constitucional de derecho los derechos fundamentales son elementos esenciales del mismo, tienen rango supremo en el ordenamiento jurídico y son elementos substanciales como marco de una convivencia humana justa. La finalidad primordial del ordenamiento jurídico es la realización de la justicia – el referente ético del sistema constitucionalista democrático –, que incluye junto al principio de igualdad, los valores de la dignidad y la libertad del ser humano. Los actos del poder político que los vulneren son contrarios a la justicia y deslegitima el Estado de Derecho, en el que existe una interdependencia entre respeto y protección de los derechos fundamentales, convivencia humana justa y democracia. La democracia es algo más que un procedimiento de toma de decisiones colectivas, es también un ideal: el ideal igualitario en el disfrute de los derechos fundamentales. Con el aborto se vulnera el derecho fundamental a la vida y se deslegitima el Estado de Derecho, ello agravado al situarlo como derecho en lo más alto del ordenamiento jurídico.
  • Se dificultará ejercer la objeción de conciencia, así como la acción del movimiento ProVida. Constitucionalizar el derecho al aborto significa que implementarlo será un deber y se deduce que ya no se podrá admitir la objeción de conciencia. Así mismo podrá implicar restricciones y represalias legales a las acciones del movimiento ProVida y de partidos políticos que pretendan la anulación del aborto o que planteen alternativas.
  • Se ha creado una nueva bandera para el feminismo que presionará en todos los países.

El respaldo amplísimo a la constitucionalización del derecho al aborto que trasciende las alineaciones políticas, sitúa a Francia a la cabeza del progresismo,que engloba las ideologías neo marxistas de la « corrección política», el denominado ‘marxismo cultural’, en el que el derecho al aborto es primordial.

El neo marxismo ha redefinido el proyecto socialista en términos de una radicalización de la democracia mediante la articulación de causas autónomas, con preferencia de las identitarias, para que la izquierda gane la hegemonía, como así ha sucedido. Uno de sus teóricos principales ha sido Ernesto Laclau, autor junto a Chantal Mouffe de ‘Hegemonía y estrategia socialista. La radicalización de la democracia’. Las causas son las luchas contra diferentes formas de subordinación: clase, sexo, raza, …. Con el discurso las causas toman identidad y la articulación constituye una «totalidad estructurada» que conduce a la hegemonía cultural: aborto, feminismo, género, homosexualismo, multiculturalismo, ecología …. En la articulación consiste la radicalización de la democracia y redefine el socialismo.

Con la constitucionalización del aborto Francia radicaliza efectivamente la democracia y se coloca a la vanguardia del cada más agresivo progresismo occidental, en el cual el aborto es dogma fundamental. El aborto sigue ocupando un lugar central en la agenda de la izquierda en su esfuerzo por destruir nuestra civilización. Desde la aprobación de la primera ley en el mundo en la URSS en 1920, lo ha impulsado como liberación sexual de la mujer y destrucción de la familia considerada “patriarcal”, y logró incorporarlo en el movimiento feminista. Pero es de suyo una bandera de la izquierda, así en septiembre de 2023, el Partido Socialista Francés organizó el Día Internacional del Derecho al Aborto en París, y la conclusión de este evento fue: Los socialistas estamos a la vanguardia de la promoción del aborto.

El ‘marxismo cultural’, el progresismo de la « corrección política», como señala Agustín Laje en su obra ‘La batalla cultural’, desarrolla su agenda por vía de la cultura que atraviesa el corazón mismo del poder: modifica nuestro lenguaje, ridiculiza nuestras costumbres, niega nuestros valores, pisotea nuestras tradiciones. Y por ello hay que afrontarlo en una batalla cultural sin precedentes”.