Debate científico sobre las vacunas anti COVID-19. Vacunas y terapias génicas: diferencias y efectos

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La irresponsabilidad y negligencia política, la exclusión de los discursos científicos discordantes con la versión oficial o la manipulación mediática de los ciudadanos son datos de la realidad española de la pandemia de Covid-19. Pero la pandemia, y no sólo en España, está siendo utilizada para conducir la democracia hacia un neototalitarismo, consistente en un modo omnipresente por el poder de control social, que condiciona e intenta guiar la vida de cada persona. Se extiende, sin embargo, una resistencia político-cultural. Y el escritor Rod Dreher, tomando como preciosos referentes para dar la batalla por la verdad y la libertad en nuestro tiempo a Aleksandr Solzhenitsyn – disidente anticomunista cuya lección fue, no vivir en la mentira y la llamada a ser una minoría intransigente –, y a otros muchos que han combatido los totalitarismos, en su obra «Vivir sin mentiras», propone atribuir el mayor valor a la dedicación a la verdad.   

El debate moral y científico sobre las vacunas contra la COVID-19 es inexistente en España, y la información en los medios está dominada por eslóganes y la propaganda dirigida a incentivar la vacunación en el conjunto de la población. Con la misma simplicidad se trata y despectivamente a veces a las personas que en uso de su libertad no desean hacerlo.

Foro Cultura21, Nuevo Feminismo y Derechos Humanos tiene publicado un extenso trabajo, «Ante las vacunas de la COVID-19 contaminadas por el aborto. Nuevo frente Pro-Vida por la dignidad humana», en el que se aborda tanto el aspecto moral como el científico, y que expresa nuestro compromiso con el derecho a la vida de los no nacidos y la defensa de la dignidad humana, dado que las cuatro vacunas que se administran en España están contaminadas por el aborto, por su contenido (AstraZeneca y Janssen) o por el procedimiento utilizado (Pfizer y Moderna).

En aras de la difusión de la verdad, hoy ofrecemos a nuestros lectores un artículo de un eminente científico italiano de la prestigiosa Universidad La Sapienza de Roma que consideramos de interés. Contribuye, ante la interesada desinformación actual, al conocimiento de los productos que se están administrando a nivel mundial a los ciudadanos y en concreto en nuestro país, con arreglo a su realidad científica.

El autor es el profesor Mariano Bizzarri, oncólogo, investigador del Departamento de Medicina Experimental de la citada Universidad La Sapienza, director del laboratorio de Biología de Sistemas del mismo departamento. El artículo ha sido publicado inicialmente en ilsussidiario.net, de la Fondazione per la Sussidiarietà, think tank de Milán que promueve el debate científico-cultural y una visión de la sociedad basada en la centralidad de la persona y el principio de subsidiariedad. A través de sus proyectos, la Fundación ha creado una red de colaboraciones multidisciplinares tanto a nivel nacional como internacional.

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COVID: La extraña ‘revolución’ contenida en las vacunas ARNm de Pfizer y Moderna

¿Vacunas o medicamentos? Las características de las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna, hacen que terapias génicas preventivas, es decir, medicamentos, se administren a personas sanas.

por Mariano Bizzarri

El debate que a veces surge en la prensa se refiere a un tema engañoso y complejo: ¿las nuevas vacunas anti-Covid – Pfizer y Moderna – lo son realmente o entran en el campo de las nuevas terapias génicas?

La pregunta reviste no solo interés académico, sino también interés jurídico. Una vacuna – en una primera aproximación – se produce con el fin de proporcionar una inmunidad adquirida activa contra un tipo particular de infección, para la cual no se dispone de tratamientos eficaces. Un medicamento, en cambio, es un producto – de origen natural o sintético – que interviene en la bioquímica del organismo, capaz de inducir modificaciones funcionales mediante una acción física o química.

Cabe destacar que las vacunas se administran a personas sanas con el objetivo de conseguir un beneficio futuro (acción profiláctica). Los medicamentos se prescriben a personas enfermas con el objetivo de lograr un resultado inmediato. En el primer caso, es imperativo no comprometer una condición de aparente buena salud. En el segundo, se propone, en cambio, modificar el estado presente del enfermo.

Una vacuna se obtiene tradicionalmente ‘exponiendo’ el virus – inactivado o ‘muerto’ – al sistema inmunológico del anfitrión, que desarrollará una reacción inmunitaria compleja, produciendo una amplia gama de anticuerpos (y células T, depositarias de la denominada ‘memoria inmunológica’) dirigidos contra numerosos ‘objetivos’ ofrecidos por los varios componentes virales. Este procedimiento pone (parcialmente) a salvo de las llamadas variantes: incluso si uno de los objetivos se modificara, aún quedarían otros contra los cuales el organismo podría dirigir la reacción inmunológica.

Las vacunas Pfizer y Moderna, son en realidad formas de ‘terapia génica’, dado que se basan en la administración de un ácido nucleico – ARN mensajero – que, una vez que ha penetrado en las células humanas, transfiere una única información: la necesaria para producir grandes cantidades de proteína Spike que, una vez reconocida como ‘extraña’, activará la correspondiente producción de anticuerpos. Se trata, por lo tanto, de un ‘tratamiento’ destinado a modificar la información y la actividad génica de la célula.

El campo de las terapias génicas se ha expandido subrepticiamente en los últimos años, como se  reconoce en numerosos artículos científicos y lo subrayan las  recientes declaraciones de Stefan Oelrich, miembro del Consejo de Administración de Bayer. (En ellas Oelrich, que también es jefe de la División Farmacéutica de la compañía –una de las multinacionales farmacéuticas líderes en el mundo que produce entre otras cosas la aspirina–, en la reciente Cumbre Mundial de la Salud 2021 admitió con rotundidad que “las vacunas de ARNm producidas por Pfizer y Moderna representan terapias celulares y génicas, y el público no hubiera aceptado su administración si no hubiera sido por la pandemia”, además reconoció que Bayer está impulsando también ese tipo de terapias, una innovación propulsada por la pandemia).

La aparición de nuevas tecnologías en ARNm ha supuesto una tabla de salvación para el sector de la terapia génica, que había sufrido un grave revés debido a sus fracasos y a las fuertes restricciones impuestas por las regulaciones internacionales.

Fig. 1. Leyenda. Las vacunas de ARNm transfieren la información genética necesaria para la síntesis de la proteína Spike a las células, que es producida en grandes cantidades por las células del huésped. Estas proteínas, reconocidas como extrañas, estimulan la respuesta inmune produciendo anticuerpos dirigidos exclusivamente contra un único blanco: la proteína Spike. Si esto cambiara, como sucedió con la variante Delta, la vacuna perdería gran parte de su efectividad. Una vacuna tradicional, obtenida por ejemplo con virus inactivados, estimula, en cambio, la producción de anticuerpos dirigidos contra varios y numerosos blancos. Si incluso uno de ellos cambiara, la respuesta seguiría siendo eficaz porque aún se mantiene hacia los objetivos remanentes.

Ahora, como reconoce Nature, gracias a la pandemia y la introducción (apresurada) de las vacunas de ARN, se podrían sortear los obstáculos para facilitar la aceptación de la nueva tecnología (cfr. Harries L. «Es hora de que los científicos hablen sobre las terapias de ARN», Nature 16/10/2019).

Todo esto tiene enormes implicaciones, tanto desde el punto de vista normativo como científico.  Desde el punto de vista legal, la equiparación de las terapias de ARNm a las vacunas facilita enormemente su introducción en el mercado farmacéutico, al saltarse la verificación de los posibles efectos secundarios – como la mutagénesis  y la carcinogénesis (producción de mutaciones en el ADN que pueden resultar en modificaciones de las características hereditarias o la inactivación del ADN, con la aparición de enfermedades hereditarias, enfermedades degenerativas y procesos carcinogénicos) – que normalmente no se consideran en las vacunas. Ni Pfizer ni Moderna han llevado a cabo tales estudios y así lo han declarado explícitamente.

Además, la autorización de comercialización de las vacunas y los medicamentos está sujeta a diferentes normativas, que se simplifican significativamente con respecto a las vacunas y que asegura a las compañías una especie de franquicia en cuanto a efectos adversos. Los efectos secundarios – graves o leves –, son admisibles en el curso de una enfermedad, pero se vuelven inaceptables si la terapia se impone a personas que gozan de buena salud. 

Es un hecho que muchas cuestiones que atañen a la seguridad de las vacunas de ARNm continúan sin respuesta hasta hoy en día, como se denuncia en el British Medical Journal. (cfr. Tanveer S, Rowhani-Farid A., Hong K., Jefferson T., Doshi P., “Transparencia de los ensayos de la vacuna Covid-19: decisiones sin datos”BMJ Evid Based Med. 9/08/2021).

Que estas vacunas sean en realidad otra cosa explica la reticencia de los gobiernos a imponer  la llamada obligación de vacunación, que no puede justificarse en el caso de las ‘terapias’, pues  terminarían exponiéndose a graves consecuencias legales, si no penales.

En segundo lugar, la facilidad con la que es posible ‘construir’ una vacuna de ARNm por ordenador atrae a muchos investigadores, que ya están considerando utilizar esta estrategia para preparar vacunas ad hoc para cualquier enfermedad. Estaba escrito que «Las vacunas de ARNm, desarrolladas y aprobadas en unos pocos meses, representan un punto de inflexión en el campo de  la terapia génica, que hasta ahora ha librado una fuerte lucha para obtener las autorizaciones necesarias debido a la existencia de un gran número de científicos escépticos y por las preocupaciones respecto a su  seguridad […] Aunque estas dos vacunas no son los primeros medicamentos aprobados que utilizan materiales genéticos como ingredientes activos, hoy constituyen un hito en la historia de la medicina moderna y podrían cambiar el enfoque de la farmacología para siempre. Este resultado ofrece nuevas soluciones revolucionarias para muchas enfermedades. En un futuro próximo, cabe prever el desarrollo de tratamientos basados ​​en ARNm para una amplia gama de enfermedades, como los trastornos hereditarios, la diabetes tipo 1, el cáncer y el VIH. Muchas otras vacunas de ARNm pueden prevenir enfermedades infecciosas y epidemias al ser ampliables, reproducibles, versátiles y adaptables con diferentes variantes de virus” (Abu Abed OS,  «Vías de terapia génica y vacunas contra Covid-19»Genes e Inmunidad 22/06/2021: 120-124)

El objetivo es claro: reemplazar el sistema farmacológico tradicional con medicamentos construidos por ordenador (basados ​​en la secuencia) de ARN (o ADN). Esta deriva resulta peligrosa, no solo porque pretende revolucionar el enfoque farmacológico clásico en ausencia de fundamentos científicos válidos, sino porque acabaría por concentrar la posibilidad de producir fármacos en manos de unas pocas multinacionales.

Si esto es lo que está en juego, es fácil comprender por qué los medios de comunicación y las informaciones más difundidas de la industria niegan tan tenazmente que las nuevas vacunas sean formas de terapia génica. Y también se entiende que la comercialización de estas vacunas se haya podido realizar sin suscitar protestas y sin la desaprobación – científica y política – que han tenido otros medicamentos introducidos en el mercado sin las debidas precauciones (cfr. Doshi P., «¿Las vacunas salvarán vidas? Los ensayos actuales no están diseñados para informarnos»,   BMJ  21/10/2020; Qiu T., Wang Y., Liang S., Han R., Toumi M., «El impacto de Covid-19 en la industria de las terapias celulares y génicas: interrupciones, oportunidades y perspectivas futuras»Drug Discov Today, Octubre 2021, 26 (10): 2269-2281; Van Spall HGC., “Exclusión de las mujeres embarazadas y los lactantes de ensayos de vacunas contra Covid-19: una oportunidad perdida”, European Heart Journal 21/07/2021; vol. 42 (28): 2724-2726).

Creemos que estas preocupaciones merecen ser abordadas racionalmente en el ámbito científico y en el ámbito del derecho, sin ocultarlas detrás del parapeto de los eslóganes y la propaganda.   Está claro para todos que por ahora las vacunas de ARNm ofrecen una protección ciertamente limitada y que se desvanece en el intervalo de 3–5 meses. Nada parecido se había detectado nunca en las vacunas tradicionales. Una prueba más de cómo el principio de la realidad siempre triunfa sobre la ideología.

Fuente: ilsussidiario.net

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