Respetar la identidad femenina. Reconocer la trascendencia personal y social de la maternidad

La igualdad efectiva de la mujer con el hombre sólo será real cuando se alcance respetando la condición femenina, en la que la maternidad es un aspecto esencial. Esto implica nuevos paradigmas sobre la emancipación de la mujer.

Es preciso afrontar de forma nueva la emancipación de la mujer, de manera que no implique renunciar a la maternidad e imitar el modelo masculino para participar en igualdad de condiciones con el hombre en la vida pública, laboral y política. Cabe superar ciertos paradigmas que hoy se confirman como negativos sobre la emancipación femenina y construidos en base a premisas hostiles a su naturaleza. Paradigmas asumidos por el pensamiento contemporáneo y plasmados en leyes y políticas públicas de países occidentales, que han significado un perjuicio para las mujeres y la sociedad, en especial la promoción del aborto, que ha de enjuiciarse también desde la esencia de la ética humana como un grave retroceso.

La emancipación de la mujer debe edificarse desde el respeto a la condición femenina. Unir aborto y emancipación ha sido uno de los grandes errores del siglo XX, que ha causado y causa un daño irreparable a las mujeres que abortan. La emancipación y la igualdad femenina debe lograrse con su propia condición que incluye la posibilidad de la maternidad.

La legalización del aborto y la creación de un pretendido derecho a abortar no han liberado a la mujer. Todo lo contrario. Aunque se menosprecian sus efectos, la realidad muestra que la mayoría de mujeres que han abortado lo consideran el gran error de su vida, y el dolor por el hijo que no conocieron perdura siempre. La emancipación y la plena realización de la mujer no pueden edificarse sobre una práctica tan negativa, el derecho de la mujer a su sexualidad no puede implicar el derecho sobre la vida del propio hijo, lo que resulta también profundamente destructivo para la madre. La auténtica emancipación consiste en la libertad de la mujer de ser ella misma, de ser una persona realizada con su identidad, lo que incluye la posibilidad de ser madre. Esta realidad personal debe ser apreciada y apoyada.

La maternidad es un aspecto esencial de la condición femenina, de gran trascendencia para la vida de la mujer, y también lo es para el futuro de la sociedad. Por ello, genera unos derechos de la mujer que deben ser reconocidos: el derecho a tener el apoyo de la sociedad; a una vida laboral sin discriminaciones y a educar a los propios hijos, con la libre elección de los centros escolares y de la educación en cuestiones básicas de moral y sexualidad. Estos derechos deben reconocerse, y ser garantizados y respetados en la plena integración de la mujer en la sociedad.